1. Las señas de identidad de la Aurora de la Huerta de Murcia
Los Auroros, como grupo social, por el carácter intrínseco de toda su actividad, desde siempre han estado fuertemente vinculados a la Iglesia Católica, en cuyo seno se acogen las cofradías y hermandades de las que forman parte. En sus orígenes más remotos, fueron probablemente la única manifestación musical de seglares cuyos cantos estaban permitidos en el interior de los templos e iglesias. Conocidos los auroros por el misterio y la belleza de sus salves, son éstas una manifestación y proclamación de los fundamentos y principios de nuestra religión católica, al mismo tiempo que sirven como auxilio espiritual para los enfermos y asistencia religiosa para hermanos cofrades. Los auroros, por todo ello, siempre se han distinguido por su generosa entrega al servicio de la actividad religiosa de su parroquia titular, colaborando en la recogida de limosna para sufragar los gastos propios de la actividad parroquial. En cuanto al ritual auroro, todo él está lleno de referencias a los ciclos litúrgicos de Pasión, Ordinario, Difuntos, Navidad. Por citar una actividad de los días festivos, la principal, de la que recogen el nombre, las despiertas y Rosarios de Aurora, estas servían para invitar y llevar a los fieles a asistir la misa primera, generalmente a las seis de la mañana. En verano e invierno, con calor o con frío, sus voces hacían de despertador y de llamada para que todo un pueblo supiese que la principal actividad de un día festivo era la asistencia a misa primera y la santificación de la fiesta. Como grupo social de seglares, enmarcados en una cofradía, generalmente bajo la advocación de la Virgen del Rosario, nadie podrá pues negar de su valiosa y singular aportación a la liturgia activa de la Iglesia y de su participación practicante en los actos religiosos solemnes de misas y rosarios.
Todas las personas mayores de nuestros pueblos de la huerta, conocen sobradamente de todo esto, al existir una campana de auroros prácticamente en cada pueblo desde hace varios siglos. Y cuando decimos pueblo, decimos bien, pues las Campanas de Auroros se distinguen por su vinculación con entornos rurales y campesinos, al mismo tiempo que su escasa presencia en entornos urbanos. La extracción social original de los auroros, en su mayor parte, es a base de jornaleros sin tierra, pequeños propietarios y obreros de oficios. La cofradía religiosa de la que formaban parte, formada por personas de ambos sexos, les eximía del pago de la tarja en base a los méritos que contraían con el canto de las salves en las despiertas y actos religiosos. El denominador común de todos ellos es su deseo de formar parte de un colectivo al servicio de la Iglesia, su abnegación y espíritu de sacrificio, su nobleza, su identidad propia y el orgullo de poder prestar un servicio al resto de la comunidad de fieles y de poder llamarse auroros.
Estamos hablando de una tradición que se remonta a cuatrocientos años al servicio de la Iglesia. Además, los coros de auroros de las cofradías no es que actúen sólo unos pocos días a lo largo del año o en el mejor de los casos, en un solo ciclo litúrgico, sino que se trata de cofradías y hermandades que a través de la campana de auroros tenían y mantienen una presencia activa en la vida social del pueblo a lo largo de todo el año. En muchas ocasiones, junto con las hermandades de Ánimas, constituían el grupo social más importante, y a falta de un desarrollo de instituciones asistenciales como las actuales, suplían esa falta y llegaban a formar un colectivo asistencial al que pertenecían prácticamente todas los vecinos del lugar.
Desgraciadamente, en las fechas actuales son sólo cinco las campanas que se mantienen activas en la huerta de Murcia, en algunos casos sin interrupción temporal alguna en cuanto a su actividad ritual, en otros con apariciones y desapariciones mas o menos pronunciadas y en un caso con una aparición reciente después de un largo tiempo de silencio. Cada campana de auroros tiene todavía un repertorio propio de salves, auténtico tesoro musical y cultural heredado de generación en generación, de tal forma que aún en casos de gran proximidad geográfica, se trata de estilos y entonaciones distintas dentro del mismo tronco musical común de la Aurora. De las dificultades y esfuerzos que son necesarios para hacer resucitar una campana de auroros largo tiempo dormida, sobre todo en lo que afecta a la tradición musical de las salves y repertorio propio, sin que se vea afectado para nada el repertorio del resto de Campanas de Auroros y en consecuencia respetado al máximo, puede dar testimonio el caso singular antes mencionado de reciente aparición.
2. El cambio político, religioso y social. Su afectación sobre la Aurora
Antes hablábamos de la existencia de una campana de auroros en cada pueblo de la huerta de Murcia. Es verdad, pero hay que remontarse a los años treinta y anteriores del siglo pasado para que se pueda hacer realidad lo que decimos. En nuestro país se producen varias circunstancias históricas que marcan de una manera decisiva el lento declinar de las Campanas de Auroros. Por un lado, ya el establecimiento de la II República en 1931, proclama unos nuevos valores en una sociedad que se ve sacudida con mensajes claramente antirreligiosos y que defiende la separación total entre los poderes civil y eclesiástico. Sin discontinuidad, se produce en 1936 el alzamiento militar contra la República, hecho que producirá tres duros años de guerra civil entre españoles. Se trata nada menos que de ocho años, durante los cuales enmudecieron todas las Campanas de Auroros y no tuvieron actividad las cofradías y hermandades de ámbito religioso. En el caso de muchas Campanas de Auroros, el fenómeno tendrá efectos devastadores, pues aunque posteriormente hubo intentos de reorganización, las Campanas de Auroros no volvieron a tener el brillo de la etapa anterior. La Aurora de la huerta de Murcia había quedado seriamente dañada.
En el ámbito de la Iglesia Católica, también se produce un hecho histórico de enorme trascendencia. Durante el pontificado de Juan XXIII, se celebra el Concilio Vaticano II entre los años 1962 y 1965, que circunscrito al objeto de esta reflexión, va a suponer una apertura de la Iglesia Católica a la sociedad civil, una modernización en su organización y estructura, y una renovación de la liturgia de los sacramentos y del culto religioso. Fruto de ello se suceden una serie acelerada de cambios, tales como la desaparición del latín en la liturgia de la misa, la aparición de coros parroquiales de jóvenes para el acompañamiento musical de actos religiosos, la desaparición de la misa primera de los días festivos que generalmente se celebraba a las seis de la mañana, cambios en el ritual de difuntos, etc. Aparece una nueva mentalidad en buena parte del clero, sobre todo en el más joven, que considera las tradiciones y costumbres de los entornos rurales como algo trasnochado e impropio de los nuevos tiempos que corren. Ante esas nuevas corrientes, impulsadas desde la institución protectora de la Aurora, las Campanas de Auroros se encuentran desplazadas y no tiene capacidad de reacción para adaptarse a la nueva situación. Es un factor por tanto también determinante y que contribuye a acelerar el declive progresivo de las cofradías y hermandades de la Aurora, y consiguientemente de las Campanas de Auroros.
En el entorno de la sociedad en general, los cambios que se experimentan a partir de la década de los sesenta son importantes y sumados a los experimentados en el entorno religioso, producen un efecto multiplicador en su afectación sobre la Aurora. Los años sesenta marcan el inicio de una discreta apertura y liberalización del régimen, lo que sienta las bases para que desde ese mismo régimen se pueda hacer la llamada transición política y la llegada posterior de la democracia. Sin duda, asistimos a momentos de cambio, son grandes los deseos de revisar todo lo pasado y consecuentemente de poner en entredicho la cultura tradicional. En lo referente al patrimonio musical rural y huertano de carácter tradicional, hasta ese momento en manos de las denominadas cuadrillas y rondallas, las cuales ofrecen individualmente una imagen distinta y un repertorio heredado propio, también se ven afectadas por la nueva situación. Así, asistimos a una progresiva desaparición de dichos grupos, que representan el máximo valor en la cultura tradicional rural y de forma paralela, asistimos también a la proliferación de una serie de grupos denominados “peñas huertanas”, que apropiándose del patrimonio musical de cuadrillas y rondallas, al carecer de tradición y repertorio propio, todo lo mezclan, todo lo igualan y todo lo enredan. En algunos pueblos de nuestra huerta, hoy se encuentra desaparecida su campana de auroros, en su día con un repertorio musical único perdido para siempre. Por desgracia para toda la cultura tradicional murciana, en esos mismos pueblos, la pérdida de la campana de auroros ha sido sustituida por varias peñas huertanas en un mismo pueblo. No es necesario hacer más comentarios a semejante sinrazón.
3. Los retos ante una nueva sociedad y una nueva cultura
De todo lo anteriormente manifestado, la conclusión que tenemos que sacar es que la Aurora y consecuentemente las Campanas de Auroros se encuentran en una situación difícil y que no corren buenos tiempos para los auroros, Aunque existe apoyo institucional, este no es suficiente para mantener la Aurora. Las Campanas de Auroros tuvieron su esplendor cuando gozaron del respaldo de su entorno social y del ritual religioso. Al día de hoy, el sentimiento auroro no es entendido por la institución que le es más cercana y su espacio es cada vez más limitado. La reciente desaparición de algunos auroros singulares, ha dejado un fuerte vacío en las campanas que será difícil de cubrir.
Estamos pues ante un gran reto. Los auroros hemos de ser conscientes de las dificultades que nos depara la nueva sociedad que vivimos, pero al mismo tiempo hemos de tener igualmente el pleno convencimiento de que poseemos un tesoro musical y una singular tradición heredada, que en modo alguno podemos desvirtuar y perder. Son muchos los elementos de la cultura tradicional de nuestros pueblos ya desaparecidos para siempre. Conociendo los factores que han contribuido a su progresiva desaparición, el objetivo fundamental de las Campanas de Auroros actuales ha de ser mantener unas líneas de actuación, que respetando como principio básico la esencia propia de la Aurora, aseguren una larga vida a la misma y consecuentemente su legado a las generaciones futuras. Siendo así, fruto de la capacidad de adaptación de la Aurora a la nueva realidad social, estará garantizada su supervivencia y se mantendrá dentro del espacio que la nueva sociedad le tiene reservado.
En esta situación y como consecuencia de la reflexión que nos ocupa, es posible señalar algunos aspectos que podrían favorecer la revitalización permanente de la Aurora. Se trata de una serie de ideas y planteamientos, simplemente esbozados y que se hacen desde una posición que busca ante todo lograr un punto de encuentro entre todas las Campanas de Auroros. El objetivo es conseguir que las Campanas de Auroros mantengan e incluso aumenten su presencia activa en los pueblos de la huerta y sigan teniendo el respeto y consideración que siempre han tenido.
Brevemente señalaremos las que consideramos principales:
- Fomentar las despiertas, ejemplo vivo del más puro espíritu auroro, de tal modo que en el año se celebren al menos diez, distribuidas a lo largo de los ciclos litúrgicos de pasión, ordinario y difuntos.
- Mantener un ensayo semanal para la mejora permanente de la polifonía de las salves más olvidadas y difíciles de cada campana de auroros.
- Prestar una atención especial al rezo del Santo Rosario, sobre todo durante el mes de octubre en los Rosarios de la Aurora, al estar precisamente casi todas las Campanas de Auroros bajo la advocación de la Virgen del Rosario. La guía en el rezo del Rosario debe ser conocida y practicada por varios auroros de cada campana.
- Participación en los Vía Crucis de Semana Santa, aún cuando la asistencia sea meramente representativa y sin canto alguno de salves a cargo de la campana de auroros.
- Presencia activa en la vida parroquial de cada pueblo, junto con el resto de grupos, hermandades y cofradías, que de forma estable apoyan y colaboran en la actividad pastoral.
- Tener reconocidos por parte de la Iglesia, cuando sea posible, los estatutos que rigen las Campanas de Auroros, del mismo modo que son reconocidos por el registro civil de asociaciones.
- Mantener con todo su esplendor la fiesta religiosa anual en honor de la Virgen titular de cada campana de auroros. Procurar la mejora permanente del ajuar patrimonial de las campanas, sobre todo el referente a la Virgen titular.
- Evitar las exhibiciones públicas del canto de la aurora, actuaciones que se salen fuera del ritual religioso que siempre tiene que estar presente cuando canta una campana de auroros.
- No olvidar que el enfoque de cultura tradicional que envuelve la Aurora, con ser importante, no deja de ser complementario del objetivo fundamental de clara raíz religiosa.
- Es necesario reorganizar los cuadros dirigentes de las campanas, favoreciendo la participación numerosa de auroros para el desarrollo de nuevos cometidos y funciones.
- Muy interesante es la labor de estrechar vínculos con otras Campanas de Auroros de fuera de la Región de Murcia. Las experiencias hasta ahora llevadas a cabo han sido positivas y se han de fomentar y extender a todas las Campanas de Auroros.
- Las Campanas de Auroros se deben de mantener fieles a la herencia recibida, tanto en el apartado polifónico de las salves como en el ritual que las acompaña. Por ello, deben de evitar entrar en temas musicales ajenos a la aurora y sobre todo, no caer en elementos musicales propios de un folklore degradado.
Estamos convencidos que las Campanas de Auroros pueden seguir teniendo un lugar destacado en la nueva realidad social que nos toca vivir hoy. Con capacidad de adaptación y esfuerzo en el trabajo interno se puede conseguir que la Aurora siga brillando con luz propia. No depende de nadie, sólo de las propias Campanas de Auroros.
Antonio Ruiz Gómez
Campana de Auroros
Javalí Viejo