Domingo 11 de octubre del 2015. Fiestas de la Aurora con las campanas de auroros
- 10.00 h. Santa Misa
Fotografías de Antonio López Valero
Campanas participantes
- Campana de Auroros Virgen del Rosario de Javalí Nuevo
- Campana de Auroros de Las Torres de Cotillas
- Campana de Auroros Nuestra Señora del Carmen de Rincón de Seca
- Campana de Auroros Nuestra Señora del Rosario de Rincón de Seca
- Campana de Auroros Nuestra Señora del Rosario de Santa Cruz
- Campana de Auroros Virgen del Rosario de Javalí Viejo
- Campana de Auroros de Alcantarilla
- Auroros de Abanilla
- Auroros de La Copa de Bullas
Discurso del Alcalde de Murcia, Don José Ballesta Germán
Hermandades y Campanas de ésta bendita tierra, ¡gracias!, gracias de todo corazón, gracias que no expresa el alcalde de Murcia, porque ayer no lo era, hoy lo soy y mañana no lo seré de nuevo.
Pero hay una condición que me acompañará mientras viva, que es la condición de murciano, pues en ésta tierra nací, en ella han nacido mis hijos y en ella están enterrados mis padres. Y como murciano quiero darles las gracias a campanas y hermandades por representarlo mejor de lo nuestro, esa manera de ser única, singular, privativa de las gentes que hemos nacido en ésta tierra. Representáis la esencia de lo murciano y como murciano, de todo corazón quiero agradeceros vuestro esfuerzo y vuestra implicación en este acto. Pues existen unos hombres de la huerta de Murcia que entre las horas tensas de la media noche y las horas vírgenes del alba natural, llevan en su voz la vieja esencia de fé.
La más auténtica actuación de cada campana de auroros es la despierta, es decir, lo que habéis visto ésta mañana, saliendo al alba y retirándoos con los primeros resplandores de una mañana todavía embrionaria, la misión que Díaz Cassou, en justicia llamó “El alba de Murcia”, os retiráis cuándo salen las primeras luces del día de ésta bendita tierra. Esa luz sin ocaso.
Pedro Luís, esa luz que nos inunda el alma, esa luz única de nuestra tierra, prodigio, virtud de lo blanco del aire, todo el aire realza su luz.
A principios del siglo pasado, Jorge Guillén, un gran poeta de la generación del 27, vivió en Murcia durante unos años y se vio inundado de la majestad suprema de la luz de Murcia. A los pocos días de estar entre nosotros escribía a su amigo Federico García Lorca “cada día me penetra más agudamente lo que yo llamo la felicidad…. Es que nos viene del aire, y la luz de ese aire nos da la respiración.”
Solo así estoy seguro de la totalidad de mi existencia, respirando esa luz, respirando la luz de Murcia, Murcia es el único lugar del mundo en que se puede respirar la luz. Murcia, como expresara la sutil y genial pluma de nuestro excepcional pintor Ramón Gaya, es el lugar al que regresamos permanentemente todos los murcianos, para recordar esa especie de alma única, inconfundible, esa sutil calma del aire y ese especial espesor del aire, esa preciosa sustancia enigmática, sustancia última, o mejor primera, de lo murciano.
Murcia, esa tierra que hoy celebra con gozo el 200 aniversario de la Hermandad de Auroros de Javalí Viejo. La salmodia del hermoso canto de la Aurora en el pueblo de Javalí Viejo. Probablemente sean muchos más años, 300 o 400 años, pero así ocurre en casi todas las manifestaciones populares y sobre todo con las de tradición oral. Lo que nos ha llegado hasta hoy es el resultado del interés de abuelos, de padres e hijos que pasaban a formar parte activa en el aprendizaje y divulgación de ésta hermosa tradición.
El tiempo además de testigo y garante es condicionante; el canto de los auroros está marcado por el devenir de los tiempos y al igual que el lenguaje sufre de mutaciones y cambios introducidos por los auroros en cada tiempo, pero ello enriquece aún más la cultura de Murcia, la cultura de nuestra idiosincrasia.
Murcia, ese pueblo que mantiene la humanidad murciana, que caracterizado por su proyección afectiva hacia lo pequeño y débil, utilizamos el diminutivo en “ico”, nenico, pajarico, bonico, que dice mucho más que muchos libros acerca de la idiosincrasia de un pueblo y lo aplica a su vida cotidiana. El humanismo murciano, algo de tan difícil explicación, de tan compleja definición, algo que se manifiesta cada día, todos los días en unos modos de comportamiento, en unas pautas de actuación general de todos los que hemos nacido y vivido en ésta tierra, de cómo somos los murcianos: inquietos, un tanto desordenados, bastante informales, libres, sensibles, soñadores, hospitalarios, algo petulantes, amantes de la familia y de los nuestros, de la calle, del sol, tiernos, ingenuos y un poco infantiles.
Y es que nos condiciona esa tierra, esa luz que se filtra a raudales por esos ventanales de ésta preciosa iglesia de Javalí Viejo, que representan los más hermosos pasajes de la vida de la Virgen María: la Anunciación del Ángel, su Inmaculada Concepción y su visita a su prima Santa Isabel, el bendito nacimiento de Nuestro Señor en el Portal de Belén y la Presentación de la Virgen María en el Templo. Ese ambiente que nos condiciona y que como escribía uno de mis antecesores, el Dr. Pérez Mateos, dice que éstos cambios, fuera del ambiente propicio, pierden belleza, pierden color, hemos de ver con los ojos del espíritu cual es el marco del cual se desarrolla a fin de que nos sea posible, por virtud de la “evolución”, la comprensión de este lenguaje popular que tantos no aciertan a disfrutar.
Murcia tiene una idiosincrasia especial que se manifiesta en todas nuestras tradiciones.
Por eso les ruego que sigáis siendo partícipes, siendo protagonistas, siendo propagadores y escaparate de nuestro patrimonio, nuestro arte, nuestra cultura.
Ten por seguro querido alcalde, alcalde de Javalí Viejo, que ahí estaré, ahí estaremos, con nuestras Campanas de Auroros, con todo lo que significa la belleza, la belleza inabarcable, inigualable, inagotable de ésta bendita tierra.
Y quiero acabar ya, quiero acabar haciendo presente en éste acto a todos los hermanos auroros que no están entre nosotros, Hermanos de la Aurora que a lo largo de los siglos se levantaron temprano, y al son de la campana, con voces varoniles de la huerta, recorrieron los carriles, las veredas, las “clochas” de nuestra tierra. Esos hermanos que no están entre nosotros pero tengan por seguro que están presentes en el aire que estamos respirando ésta mañana. Ellos siguen entre nosotros y seguro que con la campana en su mano estarán cantando con nosotros.
Hoy están aquí, descansen en paz, le pedimos a Nuestra Madre, a la Madre de Dios, a la Madre del Divino Verbo, todos acudamos con gran devoción como hija el Eterno Padre, abogada nuestro y Madre de Dios. Dios te salve Virgen del Rosario, Dios te salve Reina y Madre, Dios te salve Reina de los Cielos, Dios te salve Reina de Murcia.