Fiesta de la Aurora 2018

Pregón de la Aurora (Javalí Viejo)

Dios te salve bella aurora
brillante estrella del cielo
refugio de los pecadores
y de las almas el consuelo.

Salve de la Aurora
(Auroros de las Torres de Cotillas)

Rvdo. Sr. Cura Párroco.
Sr. Alcalde Pedáneo de Javalí Viejo, y Junta Municipal.
Hermano Mayor y Junta Directiva de la Hermandad de la Aurora de Javalí Viejo.
Queridas amigas y amigos, vecinos de esta hermosa pedanía de Murcia.

En esta aurora de nuestras vidas, en la que el pueblo de Murcia, Señora, viene a rendirte pleitesía, este pregonero, no puede más que poner la voz, una voz que viene de lejos, del pasado, pero también del presente, de signos iguales de ayer y de hoy. La voz de todo un pueblo, la voz de generaciones de murcianos que con salves de pasión y ancestrales melodías hablan de Dios.

En este otoño murciano recién iniciado, en este tiempo de colores suaves y eternos atardeceres, este pregonero se acerca a Javalí Viejo para entonar un poema de amor a nuestra tierra y para proclamar la devoción a la Virgen del Rosario, una advocación  íntimamente relacionada con la historia de Murcia y de sus pedanías.

Vengo a renovar el compromiso adquirido por los Auroros de todo tiempo, vengo a cumplir la hermosa tradición de bendecirte, si no en formas de verso, si en palabras escritas desde el corazón.

Salve, Aurora que naciste
dando luz a las tinieblas.
principio a nuestra esperanza
y a todo el mundo luz nueva.

Salve de la Aurora
(Auroros de Javalí Viejo)

Ahora, cuando el tiempo torna y comienza a hacerse frío un conjunto de voces roncas se alza y convoca a Dios. Hombres y mujeres, rígidos y reservados, se unen en torno a una campana que marcando el sonido parece despertar al sol.

Se alzan las voces graves que se hilvanan en un bastidor de luz, naturaleza y fe, voces que retumban en el silencio de la Huerta y coreando coplas superpuestas elevan a Dios en forma de ofrenda la oración cantada más bella de nuestra tierra.

“a la puerta llamamos, Aurora, los despertadores con gran humildad y os pedimos, Reina soberana, que nos des licencia para ir a cantar”.

Son los Auroros, predilectos de la Virgen del Rosario, a quienes Dios prestó la historia de esta tierra que cuenta por cientos los años. Hombres de nuestra huerta que antes de arar los campos, previa aurora de la mañana, empuñaban con sus manos laboriosas la campana que desde tiempo inmemorial llama a Dios y marca los cantos.

Hombres de honor que se han tomado demasiado en serio el juego de la vida y que en ellos descansa y se forma la manifestación cultural más cuidada en nuestra tierra. Los Auroros son hijos de Dios, padres de nuestra historia y garantes de la tradición. Así queridos hermanos Auroros, sois fe, sois cultura, sois espiritualidad, sois Murcia.

¡Quién pudiera tener el don de las voces de la huerta! ¡Quién pudiera sonrojar a nuestra Madre con cantos venidos de tiempos atrás! ¡Quién pudiera guardar esas oraciones que salen de vosotros y se hacen historia! ¡Quién pudiera, como vosotros, hablar con Dios! No es un don elegido sino heredado pero que prestáis con generosidad a los murcianos y yo, quisiera esta noche hacerme uno con vosotros y también bendecir a la Virgen del Rosario.

Pero, para sumergirnos de lleno en su devoción, deberíamos preguntarnos ante la belleza incomparable de su imagen, quien fue, quién es María.

Preguntamos a los más de veinte siglos, preguntamos a la Historia de Murcia, a la leyenda, al camino de amor que el cristianismo ha trazado al conjuro de su nombre, y entre certezas y conjeturas, va surgiendo de un pincel invisible el retrato de nuestra Madre.

Dios modeló su alma como al principio de los tiempos modelase el cuerpo de Adán, y el Santo Espíritu, aun no manifestado a los hombres, iba esculpiendo su alma y adornando su corazón con todas las virtudes a las que puede aspirar el ser humano.

El cielo, con la voz clara de los tiempos, la llamó Llena de Gracia y compañera del Señor. La semilla eterna de la vida de Dios quedó depositada en María dando luz y siendo aurora eterna.

Cuando sus labios pronunciaron la sentencia de salvación para la humanidad «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra», María quedó convertida en custodia viviente para el Cuerpo de Dios.

Por eso, ante esta Madre del Rosario, tan hermosa y tan murciana, no cabe mejor plegaria que aquella heredada de murcianos de otros tiempos e instaurada aquí, en Javalí Viejo, desde hace más de 200 años con “cantores que canten el Santísimo Rosario en el modo más quieto y suave, sin multitud de voces que más sirven de perturbación y ruido que de dulzura y devoción”  (Constituciones de los Auroros de Javalí Viejo – 1816)

Hoy, cuando en tantos ámbitos los sones de la lealtad, la fidelidad, la responsabilidad no se oyen o suenan mal, es saludable que escuchemos sus ecos en la callada voz de los hermanos custodios de esta devoción. Los Auroros que llevan el mensaje de paz a cada uno de los murcianos creando con sus oraciones el almizcle, que sirve de aglutinante en los perfumes que se extraen de los salterios de rosas que un ángel cantara.

“Salve, Celestial Princesa,
Hija del Eterno Padre,
del Santo Espíritu Esposa,
del Divino Verbo carne.

Salve, Soberana Aurora,
Salve, Paloma inviolable,
Salve, hermosísimo Templo
de la Trinidad inefable.”

Son los Auroros, los Auroros de Murcia, depositarios de una respetabilísima tradición religioso-folcklórica, recibida, conservada y transmítida, oralmente, de generación en generación a lo largo de siglos.

Las Campanas de Auroros constituyen la expresión sonora, la presencia musical de unas hermandades que nacieron en los albores del siglo XVII y se desarrollaron con mayor ímpetu en los siglos XVIII-XIX, puestas, cada una de ellas bajo la advocación de María en cualquiera de sus diversas devociones. Es uno de los productos más bellos, típicos y admirables del folklore murciano según el profesor Manuel García Matos.

Habrá quien solamente vea en el canto de Auroros la supervivencia de una tradición o la suma de cuantas culturas han dejado su huella en Murcia. Es eso, ¡sí!, pero es mucho más que eso. Dicen que cada uno de nosotros somos hijos de nuestro tiempo, pero no es del todo cierto. Cuando los Auroros van abriendo camino con su farol, vemos algo más. Nos damos cuenta de que cada uno es la expresión y el resultado de cientos de años de historia. Y de que, a la vez, la sensibilidad, la emoción y la fe de cada Auroro son personales y diferentes a las de cualquier otro. Que la forma de vivir esta hermosa tradición tiene unas trazas que hacen que una Campana de Auroros, sea la suma de las vivencias y de la espiritualidad de cuantos la componen.

Se trata del culmen de la murcianía, de la cultura elaborada con perfección, recibida con social deleite, cultura tradicional, con renovada transmisión y rito heredado.

Por eso, los Auroros sois un torrente de emociones moldeadas en cada rincón de la huerta, al son del rumor de las acequias, al abrigo de los bancales labrados bajo el sol justiciero de Murcia. Porque Murcia es muchas cosas, pero por encima de todo, es sentimiento y pasión. El ritual de la despierta es una conexión con la Murcia más profunda que hay en nosotros mismos, es una llamada a nuestros ancestros, un magnífico acto de afirmación cultural y de amor por nuestra tierra.

Voces que en ciertos tiempos oímos, voces profundas de la Huerta, pareja a sus alegres voces y ritmos, honda voz que se manifiesta aquí, como en otras tierras, desde Italia a Extremadura, en formas distintas, pero con una música en la que se encuentran las tradiciones judía, cristiana y musulmana. Y no es casual, pues, aunque el canto de Auroros es la reliquia de espiritualidad católica de la Huerta de Murcia, ha bebido de todas estas culturas a lo largo del tiempo. En él podemos encontrar elementos del canto gregoriano, aromas de la alborada árabe e incluso reminiscencias de los ritmos sefardíes que resonaban en las sinagogas. Murcia es cruce de caminos, encuentro de culturas y los Auroros no podían ser ajenos a esta realidad.

Quien se acerque a los Auroros pensando que contempla sólo el pasado; quien asista a contemplar el canto de una salve por la Hermandad de Javalí Viejo, se equivoca si cree que está asistiendo a un vestigio del pasado. ¿Es acaso Murcia cosa del pasado?, ¿es nuestra huerta algo que hayamos olvidado? ¡Imposible!. Exaltar el canto de Auroros es exaltar la vida misma; es renacer al alba; es dejarse envolver por la voz de la historia y de nuestras raíces. Exaltar la Aurora, queridos amigos, es exaltar Murcia misma.

Murcia, he dicho, una tierra que rezuma tradición, que rezuma huertanía y que embriagada del pasado esplendoroso de la Orden Dominica sirve hoy de faro y vigía ante unos tiempos de relativismo que han borrado la frontera entre el bien y el mal; en una sociedad que pone en duda la tradición de su fe, en un tiempo en el que necesitamos instituciones como los Auroros, que nos recuerden esos ritos no aprendidos que traemos en el tuétano de nuestros huesos y en la masa de la sangre, para que el pueblo llano y soberano de Murcia proclame colectivamente el sentimiento de su fe, la cercanía familiar de lo divino.

Los años pasan, nuestra ciudad cambia y nosotros con ella, pero cada vez son más quienes se acercan a nuestro patrimonio para difundirlo, conservarlo y cuidarlo. Un patrimonio que no es solo material, sino también inmaterial, intangible, un patrimonio que nos explica a nosotros mismos, nos imprime un carácter y una identidad como murcianos que nos permite encarar el futuro sabiendo cuales son nuestras raíces, cuales son nuestros orígenes.

Queridas amigas y amigos;

Este pregonero está llegando a su fin.  Pero antes de marchar permítanme que me dirija a nuestra Madre para, como los Auroros de nuestro tiempo, implorar su protección:

Esta proclamación solemne que hoy profeso, Madre, no me puede mantener alejado de los problemas de nuestra tierra. Todo lo contrario. Quisiera que esta voz sirviera de examen de conciencia para servir a Murcia de manera responsable y depositar en tus manos nuestro hoy, pero también las grandezas de nuestro ayer y nuestros proyectos del mañana.

Danos, Virgen del Rosario, la suficiente fortaleza para seguir afrontado cada día las cruces que se nos plantean. Las cruces de la iniquidad de todas aquellas personas que se ven exiliados de sus países, por la sucesión de guerras y el enfrentamiento de los pueblos. Ayúdanos a superar también los acontecimientos naturales que sacuden nuestras vidas.

Madre, auxílianos con la cruz de la secular falta de agua, que agrieta nuestra tierra tanto como nuestras vidas. La Huerta de Murcia implora bendición, bendición de un agua que acude indolente. Empapa nuestra tierra, Madre, con tu gracia.

Salve, del Mundo Señora
salve, de los Cielos Reina
virgen de vírgenes pura
salve, Matutina Estrella.

Dios te escogió para madre
de aquella Palabra Eterna
de quien y por quien produjo
aire, fuego, mar y tierra.

De rodillas postrada la Aurora
al Cielo miraba y decía así,
pues, Señor, soy vuestra humilde esclava
la voluntad vuestra que se cumpla en mí.

Salve de la Aurora
(Auroros de Javalí Viejo)